INTRODUCCIÓN HISTÓRICA
El veinte de junio de 1924, siendo obispo de la ciudad de Málaga San Manuel González, se erige como Hermandad la Cofradía de la Sagrada Cena y María Santísima de la Paz. Este día pasará a la Centenaria historia de la Hermandad, pues supuso el inicio vital de una hermandad de origen ferroviario, la cual nace en el entorno de la Basílica de la Patrona de la Diócesis de Málaga.
Este enclave cofrade es la cuna de una hermandad que poco a poco forja una impronta en la calle digna de admirar. Pues dispone el cenáculo de nuestro Señor Jesucristo, quien comparte el pan y el vino de forma perpetua. Tras esta imagen viva de la eucaristía, se deja ver una virgen niña. Aquella que Martín Simón concibió con un rostro sin igual.
Tras largos años en aquel barrio cofrade de la Victoria, la Hermandad se desplaza hacia una capilla junto a la estación de Renfe, quien supone un gran apoyo, pues recordemos que el origen de esta hermandad nace de la inquietud de un grupo de ferroviarios que deciden rendir culto al misterio de la Sagrada Cena.
En este caso, el enclave se encuentra en el barrio del Perchel. Este mismo barrio tiene la desidia de observar cómo las llamas arrebatan lo que tanto esfuerzo y dedicación les había costado a los hermanos de la Sagrada Cena, que un 28 de noviembre veían cómo las ilusiones se desvanecían en escasos minutos.
No obstante, los cofrades de la Sagrada Cena no perecen ante tal fatídico hecho, sino que como si del ave fénix se tratara, resurgen con su indeleble impronta. En este caso con la ayuda de la Agrupación de Cofradías de Semana Santa de Málaga, así como con la ayuda de las distintas hermandades, malagueños y malagueñas.
Estas nuevas imágenes de la mano del escultor sevillano, Luis Álvarez Duarte, suponen un antes y un después en la Cofradía, pues esta recibe una nueva impronta con imágenes actuales que enamoran a toda la ciudad de Málaga.
Actualmente, estas imágenes son las designadas para conmemorar los cien años de historia de esta singular hermandad. La historia está servida. Contemplando lo anterior, la Junta de esta Centenaria Hermandad tiene el enorme cometido de perpetuar lo que aquellos que nos precedieron iniciaron ya hace cien años atrás.
En este sentido, la Hermandad plantea enmarcar un centenario teniendo en cuenta los hitos más relevantes, así como sus principales figuras impulsoras. Todo esto estará enmarcado en un sistema entrelazado de las raíces de nuestra fe como hijos de Dios, pues Fe, formación y caridad son el alimento ideal hacia el encuentro de Dios.
Sin duda un centenario debe estar repleto de actos, pero lo más importante de esta hermandad es que siempre esté llena de vida.